Quiero compartir con vosotros este testimonio de una persona que acudió a la consulta y a la que he acompañado en todo su proceso de sanación y crecimiento. Gracias Mónica por tus palabras!

Angela.


Hola,

Me llamo Mónica y acudí al centro Ara por consejo de mi profesional en técnicas de bienestar. Me aconsejó éste centro porque conocía la profesionalidad de Ángela Suárez y sabía que ella era la persona indicada para que me tratara a nivel psico-emocional. La razón inicial fueron los dolores menstruales espantosos que padecía desde los 13 años sin causa física alguna y que mensualmente lo sufría como un castigo.

Desde pequeña estaba muy delgada, me costaba mucho comer, nunca me apetecía nada, llegándome a marear en alguna ocasión… En la adolescencia me resfriaba muy frecuentemente, en la edad adulta me quedaba afónica en momentos determinados y siempre me he considerado débil e incapaz de hacer muchas cosas sobretodo físicas. Acostumbraba a ver las cosas negativamente, pensando que todo estaba en mi contra, generándome mucha impotencia. Tenía cambios de humor, me cogía las cosas muy a pecho, tenía muchos miedos, me costaba mucho tomar decisiones y determinar lo que era justo, por ello preguntaba a mi marido y amigos lo que pensaban ellos, para que así estuvieran orgullosos de mí y me quisieran más al hacer lo que ellos pensaban que era lo correcto. Siempre pensé que no era una hija deseada, que mis padres querían un niño y no una segunda hija, que no me querían porque yo sólo recordaba momentos negativos de mucha exigencia y de falta de amor. Les guardaba mucho rencor. Tampoco quería tener hijos por miedo al parto, ya que mi nacimiento no fue muy bien.

Cuando empecé la terapia tenía miedo que Ángela me juzgara y me exigiera a hacer cambios que no fuera capaz de realizar y que al no conseguirlo me gustara menos mi persona. Pero no fue así. Encontré en Ángela un ser humano bondadoso, que me quería y aceptaba sin apenas conocerme, que no me exigía ni me decía lo que tenía que hacer y que me comprendía sin juzgarme.

Cuando empecé la terapia entendí lo importante del proceso de gestación e infancia para la vida armónica de adulto. Me di cuenta que no quería ni aceptaba la niña que fui y al principio me costó aceptar que era lo que no quería ser y también llegué a pensar que nunca aceptaría a mi familia ni florecerían las heridas más profundas de mis experiencias pasadas. Pero con paciencia, voluntad y con la compañía incondicional de Ángela que me orientaba, conseguí y continuo consiguiendo muchas cosas. Con ella reviví todo lo que me hirió profundamente desde que era un embrión, mi nacimiento, situaciones traumáticas que me pensaba que nunca podían curar y me ayudó a observar todo lo positivo y el amor que también existía que no era capaz de sentir. Reviviendo llegué a comprender el contexto de los hechos ocurridos, para enfrentarme a la situación y con ello sanar. Es difícil de explicar pero os aseguro que cuando he conseguido enfrentarme a una situación traumática que me ha marcado profundamente, han cambiado muchas cosas en mi interior. No se puede cambiar el pasado pero si que se puede armonizar volviendo a la situación que originó el problema y fomentando también las experiencias positivas y gratificantes que también existieron. A veces no he tenido valor de afrontarme, otras veces no quería ver cosas porque no es fácil y todo necesita su tiempo, pero con paciencia lo he conseguido.

Esta terapia ha sido fundamental en mi crecimiento personal. Antes de empezar la terapia veía cosas de mi misma que no me gustaban y que quería cambiar. “Racionalmente” no encontraba ninguna dificultad en que yo las pudiera cambiar. Pero, eso no era así, y al no poder conseguirlo me sentía más frustrada y un sentimiento de falta de autoestima me inundaba constantemente. Entonces descubrí que olvidaba lo más importante, el factor “emocional”. Cuando he ido a ese he llegado a la raíz del problema y he encontrado una llave muy importante de mi proceso de sanación.

Ya casi no me constipo, no tengo afonías, y los dolores menstruales han mejorado muchísimo. Venzo limitaciones físicas que antes no me atrevía. Cuando vuelvo a tener algún malestar tipo físico más repetido es cuando tengo que verificar mi vida, el ritmo, el estrés, las relaciones que mantengo y que mantienen conmigo las personas que me rodean. Todo esto me avisa que algo tengo que aprender.

Ahora soy una persona mucho más abierta, más alegre, menos exigente conmigo misma y con mi entorno, he conseguido una mejor relación con mi familia, ya no tengo miedo a tener hijos, hace poco nació mi hija, y soy consciente que he sido una hija querida por sus padres como niña. Si antes lo veía todo negro y en contra mía, ahora veo toda una gran gama de posibilidades a mi alrededor anteriormente inexistentes. Yo decido llevando las riendas de mi vida. Y lo más importante es que me quiero, me valoro, me acepto y me comprendo como soy y como la niña que era y que todavía reside en mi. Ello repercute en mi exterior, valorando, aceptando y comprendiendo más a las personas que hay a mi alrededor. Con esto he conseguido la felicidad.

Os invito a todos a que hagáis el mismo camino que he hecho, que confiéis en Ángela y que no tengáis miedo a ver como sois en realidad. Es un camino que sólo podéis hacer vosotros mismos. ¡Adelante!

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